José Ojeda Pacheco nació el 31 de agosto de 1893 en la isla de Linlín, cercana a Chiloé. En 1913, viajó a Santiago para enrolarse en la Escuela de Suboficiales del Ejército, ascendiendo al año siguiente al grado de Cabo 2º. En noviembre de 1915 es ascendido a Sargento 2º lo que le permitió postular al cuarto curso de la Escuela Aeronáutica Militar, en el que, luego de los exámenes de rigor, fue aceptado.
El 18 de octubre de 1916, se encontraba listo para rendir las pruebas de reglamento que le permitirían optar al título de Piloto Aviador. Las actividades se iniciaron temprano ese día; una densa niebla cubría los aviones en que se rendirían las pruebas, dejando una escasa visibilidad. Una vez que se hubo despejado un poco, se dio orden de emprender el vuelo.
Al rendir su prueba el Teniente Pedro Luco de la Marina, chocó con 2 árboles, cayendo secamente a tierra. Cuando llegaron a socorrerlo, ya había fallecido. Sin embargo, esta situación no interrumpió las pruebas, ya que había necesidad de templar el espíritu de los futuros aviadores.
Luego del fatal accidente, se le ordenó al Sargento Ojeda iniciar su examen en un monoplano Blériot. En un cuarto de hora cumplió de manera satisfactoria todos los ejercicios reglamentarios, aterrizando suavemente frente a la comisión evaluadora. El 16 de noviembre de ese año, tras haber cumplido la totalidad de exámenes teóricos y prácticos, 6 alumnos del curso, entre los que se contaba Ojeda, recibieron sus títulos de Piloto Aviador. Sólo faltaba pasar las pruebas correspondientes para obtener el título de Aviador Militar.
El 30 de noviembre de 1916, ante una comisión conformada por el Director de la Escuela y los profesores de cada ramo, el Sargento Ojeda cumplió las pruebas del raid militar que consistía en hacer un “Triángulo”, un recorrido de 300 kilómetros y una prueba a motor parado. El recorrido Escuela – Naltagua – Requinoa – Escuela lo efectuó en poco más de 3 horas, mientras que la ruta entre la Escuela y Curicó la realizó en 4 horas, y en la prueba a motor detenido ascendió a mil metros. Detuvo el motor y aterrizó a 112 metros del lugar fijado, logrando su brevet de Aviador Militar.
Récord sudamericano de altura
El 8 de agosto de 1919, el Sargento Ojeda recibió la orden de elevarse en un monoplano Bristol, para comprobar el comportamiento de la aeronave en su techo máximo sobre el nivel del mar. En poco menos de una hora de vuelo, alcanzó los 6.500 metros de altura, experimentando sólo la molestia de un poco de cansancio y sueño.
Deseoso de conquistar un nuevo triunfo para la aviación chilena, el piloto continuó ascendiendo hasta llegar a 7.188 metros, con lo cual se adjudicó el récord sudamericano de altura, que pertenecía hasta entonces a aviadores argentinos.
Cuando iniciaba el descenso y por causas que no pudieron establecerse, se desprendió la hélice del Bristol cuando se encontraba a 6 mil metros sobre la Cordillera de los Andes, ocasionando daños en el aparato que no comprometieron su estabilidad. Ojeda continuó el planeo hasta aterrizar en Lo Espejo, donde debió ser sacado de la cabina y sometido a un enérgico tratamiento para hacerlo reaccionar del intenso frío que experimentaba.
Su alejamiento de la aviación
En 1920, el gobierno tomó la decisión de que los pilotos no podían ostentar los grados de Suboficiales, por lo que Ojeda no pudo seguir volando. Ante esta situación, decidió ingresar al Cuerpo de Carabineros, donde estuvo casi 20 años.
Una vez retirado de la Institución, el 25 de mayo de 1944, regresó a la Fuerza Aérea de Chile como Subteniente de Armas de Reserva en la rama del Aire. Fue nombrado ayudante de aeródromo y prestó servicios en el aeropuerto Los Cerrillos. Luego de haber servido en Arica y regresar a Santiago fue nombrado jefe de aeropuerto con el grado de Teniente 1º, en 1952, acogiéndose a retiro posteriormente con el grado de Capitán de Bandada de Aeropuerto.
El Sargento 2º José Ojeda falleció el 10 de noviembre de 1956, víctima de una larga enfermedad.
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