El 29 de agosto de 1922, el Capitán Diego Aracena realizó el primer viaje sobre la Cordillera de los Andes para llegar hasta Brasil, cruzando 3 países, en un avión Airco DH-9 bautizado como “El Ferroviario”.

Volar sobre la cordillera fue la etapa más difícil de su raid de 20 días, ya que casi le significó perder uno de sus pies por el congelamiento de las extremidades a causa de las bajas temperaturas. Sin embargo, superada la grave lesión de un principio de gangrena, retomó con mayor fuerza la misión encomendada por el entonces Presidente de la República, Arturo Alessandri Palma, de llevar un fraternal saludo al Primer Mandatario de Brasil, Epitácio Pessoa.

A las 8 de la mañana, el Capitán Aracena despegó desde la actual Base Aérea El Bosque rumbo a Mendoza, Argentina, junto al ingeniero Arturo Seabrok, aterrizando a las 11:20 horas. Otro avión, al mando del Capitán Federico Baraona y el Sargento Manuel Barahona hizo lo propio en Villa Krause, cerca de San Juan, a las 11:30 horas.

El 1 de septiembre, ambos aviones recorrieron una distancia superior a los 300 kilómetros y aterrizaron en las cercanías de Villa Mercedes, donde pernoctaron, para salir al día siguiente con destino a Rufino. Sin embargo, una densa neblina los obligó a devolverse y aterrizar en Castellanos, lugar donde la aeronave del Capitán Baraona, al intentar el descenso, perdió su tren de aterrizaje completo, lo que, unido a los daños en el fuselaje, además de haberse quebrados un alerón y la hélice, le impidió continuar en vuelo, pese a que sus ocupantes no sufrieron lesiones.

Así, “El Ferroviario”, pilotado por el Capitán Aracena, quedó como solitario integrante del raid, logrando conquistar distancias en pro de la aún lejana ciudad de Río de Janeiro, en Brasil. En cada escala, Aracena, quien se movilizaba con muletas, fue atendido por médicos para seguir el tratamiento iniciado por los doctores en Mendoza, constatando que la herida evolucionaba satisfactoriamente.

Tras volar 3.390 kilómetros en 38 horas, con 12 escalas de por medio, el Capitán Aracena debió aterrizar de emergencia cerca de Ubatuba, quedando dañado su avión. En mérito a sus esfuerzos, la Prefectura Naval de Brasil le proporcionó un hidroavión con el que, luego de un aterrizaje para reabastecerse de combustible en Baptista de las Neves en Isla Grande, se dirigió a Río de Janeiro, donde sobrevoló victorioso el Pan de Azúcar, antes de su aterrizaje final.

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