El Teniente John Wall protagonizó uno de los mayores actos de heroísmo de un mártir de la Fuerza Aérea de Chile, en septiembre de 1957, cuando, tras librar con vida al capotar el avión que pilotaba, regresó a la aeronave en llamas para rescatar a su mecánico, quien ya había fallecido por el impacto. Sus esfuerzos resultaron infructuosos porque ésta hizo explosión, ocasionándole graves heridas y la pérdida de la vista, debido a lo cual sufrió una agonía de 12 horas.
John Wall Holcomb nació el 9 de noviembre de 1934, en la ciudad de Arica. Años más tarde, el 9 de enero de 1953, postuló a la Escuela de Aviación a una vacante de Cadete en la rama del Aire, presentándose en el mes de marzo del mismo año en la Base Aérea El Bosque.
Tras un año y medio en el Plantel, sus condiciones militares y profesionales llevaron a la superioridad de la Escuela a enviarlo a completar su entrenamiento como piloto en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Al finalizar el año 1955, retornó al Instituto como piloto de bombardero, con especialización en los célebres B-25 “Mitchell”, siendo destinado en 1956 a la Base Aérea Los Cóndores, en Iquique. Con esa experiencia, al año siguiente recibió una nueva designación, esta vez en la Base Aérea Cerro Moreno de Antofagasta.
En ese lugar, el 3 de septiembre de 1957 se requería probar la aeronave Douglas B-26 Invader Nº 826, pidiéndole John Wall a su compañero, Fernando Roca, que le cediera el puesto como piloto en aquella misión; lo que finalmente sucedió.
Una vez iniciado el despegue, la torre de control le notificó al Teniente Wall que su motor derecho estaba en llamas, autorizándole a aterrizar de emergencia, pero el fuego en su propagación y el humo que inundaba la cabina causaron la caída del bombardero. Wall logró alejarse ileso del avión, pero al darse cuenta de que su compañero, el mecánico Cabo 2º Domingo García Bustillos, permanecía en la nave, retornó para rescatarlo.
A pesar de las llamas que envolvían su cuerpo y con horribles quemaduras, no dejó su empeño y cuando ya lograba sacarlo de la cabina, estallaron los estanques de combustible, ocasionándole graves lesiones y dejándolo sin visión.
Al amanecer del 4 de septiembre de 1957, el Teniente John Wall Holcomb pasó a la posteridad como uno de los héroes de la Fuerza Aérea de Chile. Por esta razón, en la ceremonia del vigésimo octavo aniversario de la Institución, el 21 de marzo de 1958, en el patio de honor de la Escuela de Aviación y en presencia del Presidente de la República de la época, Carlos Ibáñez del Campo, el entonces Comandante en Jefe de la FACh, General del Aire Diego Barros Ortiz, le hizo entrega a su madre, Ángela Holcomb, la Medalla al Valor.
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